Un país en paz, sin duda. Nadie quiere este país en donde el crimen organizado nos tiene atemorizados y se dedica a corroer a la sociedad y al gobierno con plata y plomo.
Actualmente tenemos una tasa de homicidio de 28 por cada 100 mil habitantes, casi 5 veces más que el promedio mundial.
Pero aunque todos queremos la paz, no todos aceptamos la solución. El 80% de los homicidios en nuestro país tienen una sola causa, sí una sola, no se crea esas tonteras eruditas de que es “multifactorial” o tonteras populistas de que es la pobreza la que nos tiene así. Es la lucha entre carteles y bandas por el control territorial del mercado de drogas. Hablo de homicidios, no de otro tipo de delitos. No se me distraigan.
Ese es el diagnóstico, no hay otra causa. Pero aquí es donde empieza el problema porque la única manera de eliminar el mercado negro de drogas es a través de la regulación de las mismas. Eso es lo que mejor ha funcionado en el mundo. Punto.
¿Lo entendemos los mexicanos? No, la mayoría aun piensa que regular es promover drogas y por tanto, se opone. Primero muertos que regular. A muchos nadie les ha explicado, pero a otros, por más se les explica no quieren entenderlo y los políticos no son valientes, se peinan para donde sopla el viento, incluyendo al político en turno.
La única manera de debilitar al narcotráfico es con regulación. Por tanto, seguimos patinando en los mismos lodos. Hecho eso, hay muchas otras cosas que hacer, pero no hay paso 2 sin paso 1.
También queremos un país con menor corrupción. Perfecto, todos de acuerdo ¿verdad? No tan rápido. ¿Se acuerdan que el mercado de drogas usa la plata, además del plomo? ¿Qué creen que hace la plata? Exacto. Entonces, si no regulamos, seguiremos teniendo un país con corrupción de alto riesgo. Y ya vimos que usted y muchos otros no quiere regular las drogas.
Bueno, pero hay otro tipo de corrupción, la de los moches, las asignaciones directas, las mordidas, el manejo discrecional del presupuesto…sí esa, la de la “mafia del poder”.
¿Pues qué creen? Esa corrupción no se resuelve por decreto presidencial o buenos lemas de campaña. Esa se combate con sistemas transparentes, democracia, libertades, prensa crítica, organizaciones civiles, instituciones fuertes, separación de poderes, un poder judicial efectivo, privatización, descentralización, distribución de poder y vigilancia ciudadana permanente, y eso es justamente lo que López ha estado atacando desde que ganó la elección.
Entonces, no sólo se mantiene la corrupción, sino que se incrementa. Todos aquellos que apoyan a López y la anti-democracia populista, pensando que es tarea de un solo hombre, están incrementando la corrupción del sistema.
Además, la ineptitud es más costosa que la propia corrupción. En este gobierno ha perdido y se va a perder mucho más dinero por la ineptitud que por la corrupción. Piensen en invertir en PEMEX, cancelar las inversiones privadas, eliminar la reforma educativa, el desabasto de medicinas, el manejo de la pandemia y la larga lista de estupideces que usted ya conoce y que un hato de ineptos provocan, liderados por un jefe con cencerro de ignorancia, rencor y capricho absolutista.
La ineptitud también se corrige con lo que ya dije, pero si seguimos pensando que la tarea es para un solo hombre, éste u otro, y no para toda la sociedad mexicana, promoviendo y defendiendo la democracia, la libertad, la legalidad y el resto de la receta, seguiremos dando vueltas en el trapiche de la estupidez. Sí, la propia, la suya, la mía, la de todos.
Los mexicanos no somos mas tontos que el resto de la humanidad, ni más corruptos, ni más ineptos, ni más violentos. Simple y llanamente tenemos un sistema político-jurídico deficiente en donde se toman malas decisiones.
¿Queremos hacer uno mejor o le seguimos pasando la bolita a alguien más? ¿Aceptamos las soluciones o nos seguimos haciendo patos? ¿Le seguimos al papel de víctimas, señalando todas nuestras debilidades históricas y culturales o nos dedicamos a crear un mejor sistema? ¿Nos seguimos viendo el ombligo o volteamos al mundo y encontramos soluciones pragmáticas?
Santiago Roel R
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