Si no eres el caballo trabajador, sumiso e ingenuo de la granja, es porque eres un traidor a la patria. Sé feliz, no cuestiones. Si no entiendes es porque no tienes la calidad moral para entender.

El populismo sabe ganar elecciones, pero no gobernar. Prometieron el fin del militarismo, hoy tenemos a los militares no sólo de policías sino de constructores, empresarios, banqueros y burócratas. Pero es por nuestro propio bien.

Prometieron el fin de la guerra contra el narco; es decir, la regulación de las drogas para acabar con la violencia y corrupción del mercado negro. Ni siquiera ha regulado la cannabis médica, ya no digamos la lúdica o el cultivo de la amapola. México sigue siendo el único país de Norteamérica que no ha regulado la cannabis y uno de los tres países del mundo que no ha regulado la amapola. La guerra continúa, pero ya no continúa porque hay respeto para algunos capos. Las víctimas exageran, nos quieren victimizar con su victimismo.

Además de esto, ahora tenemos una administración que le hace la guerra a los medios, a los médicos, a los otros poderes, a las instituciones, a la economía, a la libertad y a los críticos. Pero lo hace porque todos esos son conservadores y quieren que regrese el innombrable granjero.

Ahora los privilegios y la corrupción son para ellos porque son diferentes y mejores, y ya no es corrupción ni son privilegios, son otros datos.

El neo-populismo resultó ser mucho más dañino que el neo-liberalismo. Aunque México avanzó en libertad y democracia en los últimos 30 años, no pudimos lograr un sistema que respeta libertades, separa poderes, rompe el oligopolio de partidos y termina con la economía de compadres. Avanzamos, pero nos quedamos en el lugar 66 de la tabla de libertades económicas y en los primeros de la corrupción y los homicidios.  

En resumen, sólo fuimos mediocres aspirantes al neoliberalismo. Nos pesaron el mal gobierno y la falta de un poder judicial efectivo e independiente. Nos pesó una constitución que aún concentra demasiado poder en el gobierno. Nos pesó la creencia popular de que la riqueza existe y se reparte, y que quien debe repartirla es el político porque él sí piensa por nosotros y es de buen corazón.

La corrupción y la inseguridad nos vinieron a dar la puntilla. Si en el 2008 en lugar de balacear al mercado negro lo hubiésemos reducido con la regulación de drogas, tendríamos mucho menos violencia y corrupción de alto impacto. No lo quisieron hacer los políticos y la sociedad nunca acabó de entender. Después de más de 10 años promoviéndola, aún veo a la población confundida y a muchos “expertos” perdidos en argumentaciones bobas o complicidades silenciosas.

La prohibición es, en esencia, una guerra desde dentro contra el Estado de Derecho, promovida y auspiciada por el propio Estado; una guerra que colapsa tanto al gobierno como a la sociedad. Ah perdón, me desvié del tema, se me olvidó que ya no hay guerra.

Y así seguimos confundidos en otros temas. Creemos que la igualdad debe ser en resultados y no en oportunidades; creemos que los grandes cambios radican en grandes líderes y no en el liderazgo de cada quien; creemos que México es único y tiene grandes riquezas; creemos que otros deben hacer la chamba por nosotros, y que la libertad es colectiva, de México, y no individual, tuya y mía.  

Los cerdos de la granja neo-populista nos dicen que la pobreza es riqueza, que la enfermedad es salud, que el petróleo y el carbón no contaminan, que la empresa privada es mala y la pública es buena, que la educación de calidad o la inteligencias son fifí, que el quebranto es soberanía, que la concentración del presupuesto es austeridad republicana, que el partido único es democracia, que ellos son superiores y que todo aquel que piense diferente es un corrupto conservador que debe ser silenciado.

El antiguo populismo setentero mentía, pero cuando menos, creía en el mérito y la razón. El gabinete era sumiso, pero meritorio y el sistema tenía que dar resultados para mantener la paz social. Simula, pero no exageres, roba un poco, pero no antes de dar resultados.  

El neo-populismo desprecia la razón y el mérito; se cree tan superior moralmente que no le importan los resultados ni las apariencias. Estamos, según los nuevos cerdos, ante el amanecer de una nueva época y todo el sufrimiento es en aras de ese gran ideal.

Si los niños mueren por falta de medicamento, si las mujeres dejan de trabajar por falta de apoyo en el cuidado de sus hijos o si son golpeadas porque ya no hay refugios, si ahora hay que pagar por los medicamentos, si ahora hay que toser por las energías contaminantes o por ser desempleado o quebró tu pequeña empresa, no importa, lo que importa es que tenemos un nuevo credo social y un nuevo líder que se preocupa por el bien de todos nosotros, o es que ¿acaso no prendes tu televisor por las mañanas?

Si no eres el caballo trabajador, sumiso e ingenuo de la granja, es porque eres un traidor a la patria, la nueva patria que fue pisoteada y que ellos están rescatando. Sé feliz, no cuestiones. Si no entiendes es porque no tienes la calidad moral para entender, así que mejor dale vueltas al trapiche.

Santiago Roel

 

Director y fundador de Semáforo Delictivo.