La corrupción
- La corrupción genera inseguridad, así piensa la mayoría de los mexicanos.
- Pero ¿que es lo que causa la corrupción? ¿Nacer en México?
- No. El sistema que nosotros mismos hemos creado.
- El afán de controlar al sistema en lugar de fortalecer su auto-ordenamiento es la principal causa de corrupción. Los sistemas que pretenden el control no generan orden, generan caos.
- Los sistemas sociales no se controlan, se auto-ordenan, pretender controlarlos genera exceso de reglas que a su vez provoca una reacción en sentido opuesto: la rebeldía ante las reglas o el colapso del sistema ante la imposibilidad de cumplirlas.
Caos
- Cuando no se cumplen estos principios se genera caos en el sistema, que se traduce en: rebeldía, informalidad, corrupción, inseguridad, inestabilidad, desigualdad, pobreza, impunidad, insatisfacción, temor, represión, etc.
- No es que los mexicanos nazcamos con predeterminación a la corrupción. No es tema de geografía, es que vivimos en un sistema que tolera y fomenta el control de unos por otros, en lugar del auto-ordenamiento en libertad e igualdad.
Ejemplos
- Quiero controlar un mercado negro de drogas que yo mismo he creado al prohibirlas, en lugar de pensar en erradicar el mercado negro con libertades racionales y moderadas, incentivos positivos, información oportuna e intención de paz.
- Quiero acabar con la evasión fiscal cuando yo mismo he creado reglas poco prácticas que generan evasión e informalidad.
- Quiero que el sistema sea eficiente y honesto pero el exceso de reglas crea procedimientos absurdos, ineficiencia y corrupción.
Los sistemas se auto-ordenan con 3 principios básicos
- Reglas básicas: mínimas, sencillas, entendibles por todos, con enfoque al cliente y prácticas. Si no funcionan generalmente es por alguna de estas razones, generalmente el exceso de reglas.
- Información: relevante, oportuna y útil. Sistema transparente. Rendición de cuentas permanente sobre resultados. Acceso del cliente a la información.
- Intención de auto-ordenamiento, no de control. Afán de verdad, tratar a mis clientes como adultos, no como menores de edad.