Foto: Gobierno de México.
¿Por qué mantenerse en la tierra cuando todos podemos volar en el auto-engaño?

Hay un candidato que se sacó la rifa de la presidencia pero nunca ha sido presidente. 

Nos cuesta mucho porque ahí está en un palacio pero no gobierna. Es, déjenme ponerme muy imaginativo y poético, como un avión costoso varado en un hangar. 

Quiere que voten por él todos los días y si no le compran su cachito de ilusiones se sulfura. 

Desde su nuevo asiento, mientras se come los cacahuates rancios que le da su aeromoza,  lee un instructivo de país que nunca existió, ni existirá, en donde un gobierno generoso pero austero, crea riqueza y la reparte con justicia, y todos le aplauden. 

Ah, pero eso sí, hay que ponerse la mascarilla de oxigeno presupuestal antes que los demás mientras se amarra el cinturón de la seguridad militar. 

Muchos de los que compraron su boleto aun esperan cuando menos un reintegro de salud, de paz, de bienestar y de honestidad. 

Mientras carretea en el patio del palacio, él se ve surcando los cielos limpios con otros datos y se ríe porque sus rivales se ven chiquitos desde la ventanilla del poder. 

Los pilotos no se atreven informarle que la puerta del avión aun está abierta.   

En esa óptica, en efecto, gobernar no tiene chiste, es como hacer una rifa todos los días. Sabe que rifa algo que nunca podrá cobrarse pero que puede seguirse vendiendo mientras haya ilusos o temerosos que compren boleto.

La guerra es paz, la corrupción es aportación, los balazos son abrazos, la enfermedad es purificación, la pobreza es riqueza, la ineptitud es honestidad, el desempleo es solidaridad y la crítica es traición a la patria.   

¿Y usted, ya se abrochó el cinturón de realidad o piensa seguir comprando boletos?  

Santiago Roel R